En las
últimas dos décadas hay que ubicarlo, dentro de sus crisis históricas. En 1980
con el triunfo de la Revolución Sandinista (1979), se forma el Ministerio de
Cultura y se crea un programa destinado al rescate y difusión del patrimonio
cultural. A pesar de su situación política, floreció un desarrollo artístico
multicultural y pluralista. La mujer adquiere especial importancia en este
período; surgen las primeras instalaciones, el ensamblaje de objetos
encontrados y la escultura con medios no convencionales.
En algunos
países como en Nicaragua y Guatemala, el arte producido dentro de ese contexto
histórico, ha reflejado la situación de violencia y ha incidido en la formación
de grupos artísticos; que repudiaron una realidad que nada tenía que ver con la
historia oficial. Tal es el caso del Grupo Praxis, en Nicaragua (1963-1973).
Las
dictaduras, las intervenciones, los conflictos bélicos y los constantes
desastres naturales, han repercutido en el plano cultural. La ausencia de
instituciones culturales y de una política cultural coherente han aumentado su
desconocimiento y aislamiento. Su presencia artística y cultural en el ámbito
continental e internacional es relativamente reciente y es a partir de la
segunda mitad de los años noventa, dentro del marco de la globalización, que se
ha logrado una relativa inserción.
Sus valores
culturales, hasta hace poco tiempo, estuvieron fundamentados en el mito
identitario como “tierra de poetas”, especialmente a Nicaragua, basándose en la
trascendencia que en el nivel internacional tuvo la obra de Rubén Darío
(1867-1916), a partir del año 1888 con la publicación de “Azul”..
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